La Torre Bellesguard de Antoni Gaudí se erige en un terreno con una extensa e importantísima historia. El período más importante se remonta a la edad media, en que se convirtió en sede real y sede papal, concentrando en esta porción de tierra, grandes biografías, personajes y sucesos históricos. Fue residencia del rey Martín I el Humano, que se trasladó a vivir con toda su corte y su consejero Bernat Metge. Acogió a su amigo Benedicto XIII, más conocido como Papa Luna y a Fray Vicente Ferrer, posteriormente Santo.
En Bellesguard el rey recibió la noticia de la muerte de su único hijo, contrajo matrimonio y finalmente falleció sin haber conseguido un nuevo heredero al trono, por lo que Martín I el Humano fue el último rey de la Dinastía de los Condes de Barcelona. Tras su muerte sin descendencia se celebró el compromiso de Caspe, conforme su heredero será Fernando de Antequera, de la Dinastía castellana de los Trastámara.
Este hecho tan significativo hace que para Gaudí, la Torre Bellesguard sea una obra muy personal, cargada de alusiones al pasado en homenaje al monarca. Es por lo que Antoni Gaudí nos deja en Bellesguard un castillo a medio camino entre el Modernismo y el Gótico con una gran carga simbólica.
La Torre Bellesguard de Antoni Gaudí (1900-1909), declarada Bien de Interés Cultural el 24 de julio de 1969, es una joya del Modernismo catalán y una de sus obras más desconocidas, más simbólicas y exclusivas, que recientemente ha abierto sus puertas al público.